Mi encuentro con GABO
Es increíble las señales que recibía del Universo para dejar mi vida de esclavo, no tenía grilletes en mis pies, si en mis horarios y actividades, sacrificas muchas cosas por lograr destacar en el mundo empresarial, ya llevaba varios años rompiendo records de ventas, era Gerente Divisional para una gran empresa, orgullosamente mexicana. Estaba en Tijuana atendiendo juntas con clientes y mayoristas, mi jefe Carlos Velasco estaba ahí apoyándome en todo, su calidad humana siempre fue un motivo de orgullo para mí. Sin saber la FIL se desarrollaba en Guadalajara en esos días. Yo me había divorciado de las letras, al concluir mi primera novela y los cuentos “Una sola noche”, “Morir de madrugada”, “Entre las blandas y las duras” me di cuenta que no podía dejar de comer por escribir, cualquier escritor sabe a lo que me refiero, son horas de estudio, desvelos y lecturas, por lo que acepte enfocarme a una sola cosa: Herdez.
Al terminar el viaje, tomé el vuelo directo de Aeromexico, llegaría a Guadalajara aproximadamente a las dos de la tarde, es un vuelo pesado poco más de dos horas, en el avión me topé con otro gran amigo, Gabriel Hinojosa, la plática fue grata, números, chistes nuevos y las expectativas de ambos en nuestras respectivas empresas, me preguntó acerca de mis intentonas en la literatura y el periodismo, mi respuesta fue en la primera mal en la segunda excelente, después de empezar como reportero ahora era Columnista. El periódico de mi Alma Mater, el Ocho Columnas me otorgó un espacio martes, jueves y sábados, por primera vez compartía espacio con grandes maestros, Ricardo Aleman, Carlos Loret de Mola, Raymundo Riva Palacio, entre otros. Desarrollé un personaje que se llamaba DON INOCENCIO, un hombre sarcástico que cuestionaba todo, política, deportes, sociedad, libertad, transporte público, con un tono fino y contundente.
Al llegar a Guadalajara, Gabriel me ofreció llevarme a mi destino, un empleado de su empresa lo estaba esperando, “pero primero tengo que ir al Hotel Hilton a dejar esta maleta”, acepté su propuesta, tenía tiempo sin verlo así que era una buena oportunidad para ponernos al corriente. Al acercarnos al Hotel, observé que la Feria del Libro continuaba, no tenía ni idea ni interés en nadie en particular, divagaba en mi mente un cierto resentimiento interno acerca de la FIL, sus recovecos y falsedades. Claro que admiraba a muchos autores, era fiel a sus diferentes estilos. Pérez Reverte, Mastreta, Allende, Katzenbach.
Subiendo la rampa del Hotel había una apiñonada multitud, sin embargo, nos abrieron paso, yo iba en la parte trasera del vehículo, Gonzalo me pidió que lo acompañara, cual va siendo mi loca e inconmensurable sorpresa, al abrir mi puerta para acompañarlo, me topo frente a frente con el Maestro Colombiano Gabriel García Márquez, nos quedamos mirando unos segundos, estaba acompañado por Raúl Padilla, Director de la FIL Guadalajara y ex Rector de la U de G, junto con todo un sequito de Directivos, amigos, reporteros y achichincles, estiré mi mano para saludarlo, me presente con él rapidamente, seguramente con el brillo de mis ojos más que mis palabras le expresé mi enorme felicidad y admiración, sus obras y trayectoria rayaban en lo perfecto, le tomé una foto, después me pidió que le prestará el teléfono celular, sus palabras exactas fueron.. ¡Cómo nos ha cambiado la vida estos aparatos!, yo sonreí, fue una charla exquisita de quince minutos, con miradas incisivas de las demás personas a nuestro alrededor, aunque eso no nos importó, al final le di un abrazo y estreche su mano.
Así que, gracias a este gran maestro de vida, regresé a las letras, aprendí a ser el más humilde de todos, agradecer siempre a Dios la oportunidad de trascender y disfrutar en cada palabra la sangre que palpita presurosa entre los laberintos ocultos de mis venas. ¡GRACIAS MAESTRO!